¿Cómo se hace la entronización?
Uno de los secretos del éxito de una entronización es el prepararla debidamente, es decir, no improvisarla.
Cuando se desea hacer entrar al Rey de Amor en una casa, hay que prepararle el camino. La familia que le hospedará, debe darse cuenta de la importancia del acto, a fin de realizarlo con toda seriedad y piedad. Si un rey del mundo hiciera dicha visita, un delegado de su corte velaría por que se cumpliera un exigente protocolo de etiqueta, pues lo contrario podría exponer al rey a una recepción indigna de su majestad.
Otro tanto podría pasar con nuestro Soberano Divino, donde la familia que le recibe contrae ciertas obligaciones, suavísimas y amorosa, pero al fin obligaciones en las que acepta servirle de trono vivo.
No bastan flores y luces en el salón ante la imagen; no basta el aparato exterior, una cierta solemnidad que realce la importancia del acto. Es preciso que las almas estén preparadas: los corazones deben ser las lámparas encendidas y los niños como flores rindan, conscientes, su hermoso homenaje de ternura al Divino Corazón.
Es necesario intensificar los esfuerzos para desterrar toda piedad supersticiosa, es decir, la mezcla del sentimiento religioso con la superchería perniciosa y paganizante.
Lamentablemente el desconocimiento de Jesús es el pecado capital en nuestra época, aun en el medio social que se cree y se dice cristiano. Es preciso hacer un compromiso serio de lectura y meditación del Evangelio, cuyas páginas muestran el encanto del Divino Maestro y fortalece a los miembros que flaquean en instrucción religiosa.
La ceremonia de entronización convertirá el hogar en una especie de SAGRARIO, pues el Corazón de Jesús permanecerá, no solo dentro de la casa, sino en cada uno de los corazones que la habitan.
Dada la trascendencia, belleza y seriedad del acto, la ceremonia es presidida por un sacerdote, cuya presencia debe aprovecharse al máximo, pues sus palabras pueden dejar en el alma una huella de amor muy profunda, pues viene de parte del Sagrado Corazón de Jesús para cada miembro de la familia en particular.
Elegido el día, que puede ser uno significativo para la familia o una festividad litúrgica; el lugar para colocar el "trono del Rey", es decir, donde se colocará la imagen del Sagrado Corazón; es de desear que todos los miembros de la familia se encuentren presentes en el momento de iniciar la ceremonia. De ser posible todos estén en gracia, es decir, haberse confesado y comulgado.
La ceremonia se desarrolla de acuerdo al Manual de Entronización. Los Celadores de la Guardia de Honor encargados de este apostolado preparan, mediante una plática, para este acto de tanta trascendencia, no solo para la familia, sino para la Iglesia entera.
Tomemos, como lo pidió S.S. Benedicto XV, la defensa de la sociedad humana al introducir o fomentar el espíritu cristiano en el hogar doméstico, estableciendo la CARIDAD DE JESUCRISTO como reina y señora en el seno de la familia.