La Guardia de Honor
La Guardia de Honor nació en el Calvario, y la inició la Santísima Virgen María cuando, asociados a ella, san Juan y santa María Magdalena, adoraron por primera vez al Divino Corazón herido con la lanza de Longinos, y también la Llaga del costado y la Sangre y Agua preciosas que por ella brotaron. Puede decirse también que la secundó, diecisiete siglos después, la bienaventurada Margarita María Alacoque, cuando asociada a los ángeles, invitada por ellos, cantó con los mismos las divinas alabanzas al Sagrado Corazón. Sin embargo, como asociación canónica, fue fundada en el monasterio de Bourg Francia en 1863.
El objeto de esta devoción y culto es el mismo Corazón de Jesús herido, la llaga del costado, con la Sangre y Agua que de ella brotaron, y además el amor que en ello nos manifiesta.
Su fin es promover, cuanto se pueda, la correspondencia de amor al infinito que nos muestra el Divino Corazón, procurando devolverle amor por amor; reparando, por los medio que proponen la Archicofradía, las injurias que le hacen los pecadores con sus pecados, y las almas justas con sus infidelidades, olvido y desatenciones, especialmente en el Sacramento del Altar.
El ejercicio principal consiste en una Hora de Guardia cada día. Al empezar esta hora, sin necesidad de cambiar, ni dejar cosa alguna de las ocupaciones ordinarias, se trasladarán en espíritu al Centro del Amor, es decir, al Santo Tabernáculo. Allí ofrecerán sus pensamientos, palabras, acciones y penas al Divino Corazón, especialmente el deseo que debe animarlos de glorificarle, amarle y desagraviarle. Se unirán al santo intercesor o abogado de la hora, para que les alcance del Sagrado Corazón las gracias que necesitan para emplearla bien y reparar las imperfecciones que cometieran él y los demás en aquella hora.